La familia sobre la Roca

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3 Mi esposa – mi ayuda idónea

Me gusta arreglar cosas. Sucede que para un tornillo voy buscando una tuerca. Me emociono, si encuentro la tuerca correcta. O al revés: ¡Si encuentro el tornillo correcto para la tuerca! Se nota que el tornillo y la tuerca están diseñados uno para el otro. Son diferentes, pero corresponden uno con el otro. No se dañan mutuamente, sino que se complementan. Unidos cumplen su propósito y duran en su funcionamiento. ¡Así me encanta arreglar cosas!

Incomparablemente mayor fue la emoción y el gozo cuando Adán y Eva estaban frente uno al otro. Dios logró lo que se había propuesto: “Ayuda idónea”: “No somos iguales. Somos diferentes. Sin embargo, nos complementamos.” (Génesis 2:18 y 20)

¡Qué romántico!

Más ampliamente, con más detalles, podemos descubrir algo de este diseño original al estudiar la descripción de la iglesia (Efesios 5:32), que se compara con un cuerpo con muchos miembros distintos con tareas distintas. Sin embargo, son necesarios para que funcione, se complementan. En armonía los miembros y órganos colaboran y se apoyan mutuamente (1 Cor. 12:12-26; Romanos 12:3-5). Es necio discutir sobre el rango de su importancia o verlos en competencia uno contra el otro; cada uno ministra con su capacidad para el bien de todos, siendo Jesucristo la Cabeza (Efesios 4:15-16; Col. 1:17-18). Si este tema despierta un sentir de superioridad o inferioridad, o alguien quisiera deducirle cierta jerarquía, Dios nos invita al “Camino más excelente” (1 Cor. 12:31b).

Ahora, en el matrimonio no se trata de un grupo grande o diverso que dificultaría la armonía, sino solamente de dos personas en base de este camino excelente – ¡El amor! Es de esperar que pueden poner en práctica más facilmente la idea de ser la ayuda idónea uno para el otro.

¡Perdimos el diseño original!

Desgraciadamente lo que fue diseñado “bueno en gran manera” no quedó así. Siguió la caída del ser humano al pecado. El diseño original fue distorcionado. Los hombres no solamente perdimos el paraíso y fuimos condenados a muerte, sino que nuestras intenciones y deseos fueron pervertidos y distorcionados por la maldición sobre la convivencia entre hombre y mujer: “Tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti.” (Génesis 3:16) Entró una lucha destructiva, una competencia en la cual se empezaron a dañar mutuamente, una jerarquía de poder: en lugar de servir, la primera preocupación es: ¿Quién es mayor? ¿Quién es más importante? ¿Quién tiene la última palabra? ¿Quién manda? En nuestros matrimonios, ambos – los esposos al igual que las esposas – conocemos el veneno de estas preguntas que son capaces de arruinar la confianza y la comunión de nuestros corazones. Peor aún, si el varón se aprovecha de que (por lo regular) físicamente es más fuerte y su cuerpo es más alto. Es penoso para nosotros varones pensar en este momento en la violencia, los abusos que ejerce “el sexo fuerte” sobre “el débil” – en la historia humana incluso hasta hoy en día. Y nos avergonzamos de que crímenes de este tipo han sucedido dentro de nuestras iglesias y familias cristianas.

El diagnóstico del Médico Perfecto

Jesús lo analiza correctamente y provee la cura: “Eso es común en el mundo pecaminoso y pervertido: los fuertes explotan a los débiles, los ricos a los pobres. Pero entre ustedes, ¡no debe ser así!” (Mateo 20:25-26; Marcos 10:42-45; Lucas 22:25-27). Y Jesucristo se nos propone a si mismo como ejemplo para servir y no para dominar, para ministrar y no para ejecutar poder (Juan 13:1-15).

En el mundo es normal el anhelo para subir escaleras de la jerarquía. Sin embargo, tanto en la iglesia como en los matrimonios, las luchas por el poder, en primer lugar nos dañan a nosotros, somos malos ejemplos para las siguientes generaciones, y debilitamos nuestro testimonio espiritual en el mundo. “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.“ (Romanos 12:1-2) Se trata de servir: “El que no sirve, no sirve.” Para nuestras congregaciones y para nuestros matrimonios, Dios anhela un diseño totalmente diferente al mundo.

¿Que significa la expresión “ayuda idónea”?

Permítame que analicemos las dos palabras de la expresión “ayuda idónea”: Algunos nos inclinamos a pensar que la ayuda idónea es como una sirvienta. Pensamos en un dueño, es el que manda, “el mero mero”. Y este tiene un ayudante, a una persona que le echa la mano. O una sirvienta, que está a su disposición siempre y cuando la necesite – “de planta”. Esta “ayuda” siempre apoya, siempre está sujeta, siempre es leal, siempre respalda, nunca critica, nunca cuestiona, nunca resiste, nunca contradice, siempre obedece. Una esposa que es “ayuda idónea” le hace feliz. Ella está a su medida, por lo cual él orgullosamente la llama Mi ayuda idónea.” Tal vez no adoptamos esta descripción por completo, pero en partes puede ser nuestro sentir. Ahora, hay que examinar si es bíblico.

¿Cuál dibujo representa mejor a tu idea de la “ayuda idónea”?

Mira, esta es mi esposa. Ella aporta lo que me falta, llena el espacio vacio. Como hombre, tengo muchas piezas en mi vida ya acomodadas – solamente me faltaba una. ¡Qué bien que la encontré, y yo le asigno su papel, sus trabajos, sus responsabilidades. Ella se integra perfectamente a mi vida.

Mira, considero que todo el cuadro es el plan de Dios para mi vida y se forma por muchas piezas. En nuestro matrimonio, cada uno como pieza contribuye con sus dones y capacidades para completar el diseño que Dios tiene de nuestras vidas y de nuestro matrimonio, y servimos uno al otro para su honra y gloria.

         La palabra “ayuda” en hebreo es ESER (). Aparece 22 veces en el Antiguo Testamento – en muchos casos es Dios quien es la ayuda o la proporciona. Aquí unos ejemplos:

  • Israel, confía en Jehová; Él es tu ayuda y tu escudo. Casa de Aarón, confiad en Jehová; Él es vuestra ayuda y vuestro escudo. Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; Él es vuestra ayuda y vuestro escudo.” (Salmo 115:9-11).
  • Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es Él. (Salmo 33:20)
  • Apresúrate a mí, oh Dios. Ayuda mía y mi libertador eres tú; ¡Jehová, no te detengas! (Salmo 70:5)
  • Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. (Salmo 121:2)
  • Jehová es tu escudo salvador, la espada de tu triunfo. (Génesis 33:29)
  • Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra. (Salmo 124:8)

          Estas citas hacen obvio que la palabra “ayuda” (eser) no quiere comunicarnos que “el ayudador” fuera alguien inferior o de menos importancia o valor. Al contrario, se estima, se aprueba y se valora la “ayuda” como un aliado indispensable y soporte valioso y fuerte. La “ayuda” que Dios creó en un acto muy especial, aporta una salida de la situación que “no era buena” (Gén 2:18).

Ese concepto se afirma aún más por la palabra “idónea” que significa “adecuado”, “correspondiente a”, “en frente a”, así que se traduce mejor de esta manera: la mujer como “compañera indispensable”, en frente al varón, a la altura del varón. 

Modelos – ¿para evitar o para seguir?

Meditamos un rato sobre dos hombres y sus esposas. ¿Cómo ves el comportamiento de las “ayudas idóneas”? ¿Eran cómodas, leales y afirmativas para sus maridos? ¿Actuaban como adecuadas, en frente a sus maridos?

a) Poncio Pilato recibió un mensaje sabio de parte de su esposa (Mateo 27:15-44). Sin embargo, a él le importaba más su reputación frente a las autoridades (Lucas 23:12) y la mayoría del pueblo.

b) Ananías era un buen cristiano como tú y yo. Llevaba una ofrenda a la iglesia, y le gustaba la idea de que lo apreciaran como un hermano muy entregado al Señor, muy generoso en la obra del Señor. Lee su historia en Hechos 5:1-11. Ahí conocerás también a Safira, la esposa de Ananías, y la forma cómo “ayudaba” a su marido. Ella no pudo deslindarse de su responsabilidad por haberse sujetado a la autoridad de su marido. Le tocaba la misma responsabilidad como a su marido.

1 Samuel 25

Como tarea, quiero animarte a estudiar todo el capítulo en 1 Samuel 25:1-42 y reflexionar sobre estas preguntas:

1. Al leer la historia, apunta en columnas separadas lo que observas en las actitudes y actuaciones de cada personaje:

Nabal

Su criado (V. 14-17)

Abigail

David

Sus jóvenes

    

2. Para evaluar y calificar espiritualmente los motivos y el comportamiento de las personas en esta historia, ¿se fija en el sexo de las personas? O en los mandamientos de Dios (valores espirituales o carnales) que estas personas muestran?

3. Lee Santiago 3:13-18 y relaciona los atributos de “la sabiduría de lo alto” (que es la sabiduría de Dios) con los pensamientos y actuaciones de Abigail, Nabal y David.

Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontraras para que yo no actuara según mis pasiones, emociones y berrinches. Bendito sea tu razonamiento y bendita tú, que me has impedido hoy pecar contra Dios y contra los hombres. 1 Samuel 25:32-33

1. Si eres padre de una niña, ¿Te gustaría que – cuando ella sea grande y casada – algun día su esposo diga algo similar acerca de ella?

2. ¿Cuáles son los valores y prioridades que tienes que inculcarle para que en su tiempo muestre este valor?

Posible oración

Señor Jesucristo, te doy gracias por mi matrimonio. Gracias por mi esposa. Es hija tuya, por lo cual es mi anhelo que viva una vida consagrada a ti (y no primeramente a mi); que tú ocupes el primer lugar en su vida (y no yo). Reconozco que tanto más será la ayuda idónea que ha sido tu intención y que me has provisto, cuánto más Tú eres el Señor de ella. Acepto la forma como la quieres usar para bendición en mi vida. Entendí bien las lecciones que me enseñan los ejemplos de David y Abigail tanto como el de Ananías y Safira. Ayúdame a ponerlo en práctica, haciendo caso a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. En el nombre de Cristo lo pido, Amén.

Ya estoy muy emocionado al seguir nuestra plática con la pregunta “¿Cómo ser cabeza en mi familia?” Aquí nos veremos!

Me llamo Esteban, tengo unos 60 años, provengo de Suiza. Como familia estuvimos unos 16 años en México (hasta 2008), allá crecieron nuestros 3 hijos. Hemos conocido la obra del Señor en las iglesias de la UIEM, y seguimos amando a todos nuestros hermanos en la fe, agradecidos por la fidelidad de Cristo en nuestras vidas. Una de las bendiciones es que – Dios mediante – cumpliremos en este verano 30 años de casados. Nuestros hijos adultos ya salieron de la casa, con mi esposa estoy viviendo en Alemania. Si quieres escribirme un correo, puedes hacerlo a: publicaciones@uiemar.com Nos vemos pronto
Esteban
Columnista

Ya estoy muy emocionado al seguir nuestra plática con la pregunta “Cómo ser cabeza en mi familia?” Aquí nos veremos!

Alemania, Junio/2020

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